Un domingo con suerte en el Ebro: cuando trabajo y pasión se encuentran.
Hola a todos, soy Aroha, y para quienes aún no me conocéis, me dedico a grabar contenido de pesca para marcas y proyectos relacionados, entre otras cosas. Este pasado fin de semana, tenía que salir a grabar de nuevo. La pesca es una parte importante de mi trabajo, pero también es, sin duda, una de mis grandes pasiones. Y esta vez, más que nunca, se juntaron ambas cosas de una forma muy especial.
Hacía ya bastante tiempo que no salía a pescar por puro disfrute, sin la presión del trabajo, del contenido o de los tiempos. Y aunque siempre me llevo las cañas “por si acaso”, en esta ocasión decidí echarlas al agua antes de empezar a grabar. No sé si fue intuición, ganas, o simplemente ese impulso que te dice “hoy puede ser un buen día”.
Nos encontrábamos en el río Ebro, un lugar que, personalmente, adoro. Las aguas del Ebro tienen algo especial para mí. Quizá sea la tranquilidad que se respira, la fauna, o simplemente que ya he vivido tantos momentos buenos allí que cada vez que vuelvo, es como regresar a casa.
Antes de lanzar, ya habíamos visto cierto movimiento en el agua: aletas, alguna que otra boca asomando en la superficie… esas pequeñas señales que te dicen que el río está vivo. Decidimos lanzar las cañas y añadir unas cuantas bolas, sin pasarnos, solo lo justo para tentar un poco sin saturar.
Y entonces, llegó la sorpresa.
Apenas habían pasado dos o tres minutos cuando la primera carpa se arrancó. No era un ejemplar gigante, ni mucho menos, pero la emoción fue inmensa. Porque después de tanto tiempo sin pescar solo por pescar, recibir esa respuesta tan rápida del agua fue casi mágico. A lo largo del día salieron algunas más, todas de un tamaño medio, pero con mucha energía. Nos regalaron momentos increíbles. Nos hicieron el domingo.

Uno de los momentos que más disfruto es, sin duda, la suelta. Hay algo profundamente satisfactorio en devolver al agua lo que nos ha regalado un instante de emoción. Y más aún cuando el río está tan claro como estaba al principio de la jornada. Se veía perfectamente cómo las carpas regresaban tranquilas a su hábitat, deslizándose entre las piedras, con ese movimiento elegante que solo ellas tienen. Aunque después el agua se enturbió un poco y comenzó a subir.

Fue, sin duda, un gran día de pesca. Uno de esos días que te recuerdan por qué empezaste, por qué te apasiona tanto, y por qué sigues volviendo al agua una y otra vez.
Y como reflexión personal, me quedo con una idea que seguro muchos de vosotros también habéis vivido: a veces pasamos semanas enteras pescando sin picada alguna. Cambiamos cebos, spots, horarios, estrategias… y nada. Pero luego llega un domingo, sin esperarlo, y a los dos minutos ya estás sacando una carpa. ¿Por qué? Es difícil de explicar. Podemos controlar muchas cosas: el material, la técnica, la paciencia… pero siempre hay un factor que no depende de nosotros: la suerte, el clima, la presión atmosférica, el comportamiento natural del pez.

Esa mezcla entre planificación y azar es, en parte, lo que hace que esta afición sea tan emocionante. Y por eso, cada jornada es diferente. Por eso volvemos, aunque a veces nos vayamos de vacío.
¿Y tú? ¿Qué opinas? ¿Crees que hay más de suerte o de técnica? Me encantaría leerte en los comentarios y compartir experiencias.
Gracias por acompañarme una vez más en esta aventura. Nos vemos en el río… o en el próximo vídeo.

Un abrazo,
Aroha