Viaje de PESCA, nos hacemos con + de 130 peces en la cuna.
Este verano tuve la suerte de vivir una de las sesiones de pesca más intensas y emocionantes que recuerdo, y quiero compartirla con todos vosotros. El viaje fue a Francia, acompañado de mis padres y de mi pareja. La idea era pasar unos días en un camping, disfrutando en familia, y aprovechar las jornadas de día para pescar. Sin embargo, la primera noche no pudimos resistirnos y también sacamos las cañas. Fue tan brutal la actividad que al final decidimos guardarlas para descansar un poco, porque lo que nos esperaba esos días fue sencillamente increíble.
En total, sacamos más de 130 peces fuera del agua, y eso sin contar los que se desanzuelaron. Pensadlo: pescamos solo durante el día, y aún así llegamos a esas cifras. Hubo jornadas en las que incluso decidimos tomarnos un respiro e ir a la playa, ya que la teníamos cerca, o simplemente descansar para disfrutar también de las vacaciones. Pero cada vez que volvíamos al agua, la acción era frenética.

Éramos tres licencias, lo que nos permitía pescar con nueve cañas. Sin embargo, muchas veces teníamos solo tres, o como mucho cinco en acción, porque no dábamos abasto. Había momentos en que todas las cañas estaban fuera del agua a la vez, y apenas echábamos una al agua cuando ya teníamos otra picada. Una auténtica locura.

Lo mejor de todo es que no se trataba de peces pequeños: la mayoría superaban los 10 kilos, así que os podéis imaginar la exigencia física de la sesión. Fue dura, pero a la vez muy dulce, porque cada captura nos llenaba de satisfacción. Nos levantábamos pronto, y cada vez que echábamos las cañas acompañábamos con un buen cebado, unos 3/4 spomb por caña. En este lago era necesario pescar de esa manera: mantener a los peces activos con bastante comida.

La estrategia que mejor nos funcionó fue sencilla pero efectiva: boilies dulces combinados con un maíz flotante. Así conseguimos mantener el interés constante de los peces y aprovechar cada oportunidad. Y creedme, oportunidades no faltaron.

Más allá de las cifras y de la técnica, lo más bonito fue compartir esta experiencia en familia. Vivimos momentos de risas, esfuerzo, sorpresas y satisfacción. Tanto, que ya estoy preparando un artículo especial sobre una captura inesperada que nos dejó con la boca abierta… así que estad atentos, porque merece la pena.
En definitiva, fueron unos días inolvidables: pesca intensa, peces de gran tamaño, mucha emoción y la mejor compañía posible. Este viaje a Francia no lo olvidaré jamás.
