¿Carpa o siluro? Hoy vengo para contestar esta pregunta que hizo en su blog la compi Aroha Fishing.
En mi caso concreto he de decir que mi preferencia ha ido variando a lo largo del tiempo por uno u otro motivo, pero si tuviese que elegir directamente una especie como la favorita a día de hoy creo que diría... el barbo jeje.
Pues si, ni carpa ni siluro, el barbo ha sido sin duda uno de los peces que más alegrías me ha dado, pero es que además tiene aquí donde yo pesco el halo de la "arcadia perdida", aquello que pasó, que se acabó, y que ahora se recuerda como que fue estupendo. Voy a contar un poquito de historia para ilustrarlo.
Yo empecé a pescar desde muy pequeño, acompañando a mi padre, y por aquella época se pescaban mucho (siempre hablando de mi zona) las carpitas (no era común ver carpas excesivamente grandes) y algunas tencas, que se buscaban en aguas cerradas, y los barbos y las bogas, buscados por los que bajaban al río. El punto común entre el río y los pantanos y charcas era el black-bass, mi pesca favorita por aquel entonces. Y es que tener a un peque como era yo preparando las cañas para "la inglesa" o "el coup" (a este estilo nunca le pillé el gusto) y mirando a la boya esperando la picada era complicado jaja, prefería irme a recorrer el pantano tirando y recogiendo, mucho más entretenido. De hecho mi primer pez fue un buen bass.
Pero con el tiempo vi como la paciencia de mi padre era recompensada con peces que eran bastante más grandes y que daban mucha más lucha, así que decidí probar a estarme quitecito y esperar, y pesqué mi primera carpa. Después de probar, y vencer, el tira y afloja con la primera carpa que saqué la cosa cambió. La espera merecía la pena y la carpa subió en mi podium personal. Aunque nunca dejé de lado el lance a los basses.
(Esta fotillo es bastante más reciente)
Siendo más mayor comencé a bajar con mi padre al río, y es que la orilla del Tajo aquí tiene su aquel para recorrerla, y empecé a catar los barbos. Las carpas empezaron a ser más abundantes (y grandes) en el río, y se combinaban las picadas de unos y otros. Siempre disfruté muchísimo de las picadas de los torpedos barbudos, con una potencia brutal (por desgracia no tengo apenas fotos de peces de esa época pues los móviles todavía no tenían cámara o no eran muy allá jaja). A mis amigos y a mi nos gustaba tanto bajar a pescar a la orilla de Tajo que tuvimos que ingeniarnoslas para ir cuando a los adultos no les apetecía tanto. Y es que aquel entonces ninguno teníamos carnet, nos tocaba hacer en bici los 7 kilómetros (con pendiente de algo más del 21% de inclinación) que hay del pueblo al río, con las cañas atadas con cuerdas a las barras de las bicicletas y cargados con los aparejos, comida y agua como unos autenticos expedicionarios.
(Foto de archivo real. Sí, el de la foto soy yo en una de mis primeras fotos de pesca jeje)
Algún que otro año después empezó a correrse la voz de que por estas aguas empezaba a salir un pez nuevo. Habíamos oído hablar mucho de él y flipabamos cuando lo veíamos en las revistas o programas de pesca. Había llegado el siluro.
Siempre recordaré la primera vez que vi uno en persona. Estabamos pescando ya practicamente de noche y un amigo tuvo una picada, luchó con el pez mientras yo lo esperaba con la sacadera pero no lo veíamos por la poca luz, y ya casí en la orilla según lo metía en la red el grito de todos al unísono: ¡es un siluro!
Fue una alegría que no duró mucho la verdad. La temporada del año siguiente fue muy escasa para todos, y es que la llegada de esta especie trajo consigo la práctica desaparición de bogas, barbos, black-bass, carpas y, por suerte, percasoles. Solo las carpas más grandes se libraron, y tuvimos que esperar a que la población de estas se equilibrase un poco con la de siluros, y ahora también luciopercas, para que la pesca de carpas volviese a ser entretenida.
Fueron un par de años en los que me metí de lleno en la pesca al lance, pues para atrapar depredadores me parece muchísimo más entretenida. Nadie puede negar que la picada de un gran siluro al lance es algo que a cualquier pescador le encanta. La picada se siente directamente en las manos y las luchas son una pasada.
Lo seguimos alternando con cebaderos en busca de esas carpas que se dejan sacar, con bastante menos frecuencia que antaño. Por lo que es una ilusión cuando un cebadero tiene éxito, y una decepción cuando en uno de ellos se pesca un siluro, pues ya sabes que las carpas seguramente ni están ni se las espera. De esta forma, como se puede ver, mi relación con el siluro es un poco de amor-odio. Me parece una gran especie para atrapar al lance pero un incordio para cualquier otro tipo de pesca.
Así que, como conclusión, creo que comparto la opinión de Aroha, los siluros mejor al lance y prefiero las carpas, aunque mi gran amor seguirá siendo el barbo.