Viella, 06/06/2020
EL ALUMNO
He aprendido a analizar qué hacer con una trucha que no quería picar a ninfa y también a diferenciar las truchas de la estirpe mediterránea de las de estirpe atlántica que son las propias del Valle de Arán, aunque mi instructor aún no ha querido enseñarme el TruttaCat.
Así que me he dedicado a mirar qué comía esa trucha y después le he puesto la mosca seca más parecida que tenía y efectivamente la trucha ha subido a boquear. Un lance apropiado y he conseguido ensalabrarla.
El tramo de río que hemos pescado en medio del casco urbano de Viella, con un paseo urbano a lo largo del cauce, está verdaderamente cargado de truchas.
EL INSTRUCTOR
A veces pienso que enseñar a pescar es un deporte de riesgo, y eso que hemos ido al Vall de Arán, un lugar idílico para la pesca con mosca.
Mi joven alumno ha descubierto que no todas las truchas son como las del río que conoce en su pueblo, hay variedad, diferencias; cosa que las hace más difíciles de engañar.
La anécdota de hoy ha sido la pesca a la trucha vista, ya que ha sido la única manera de saber cómo capturar una que se mostraba muy esquiva. Primero mirando a ver qué parecía comer y luego cambiando de mosca continuamente hasta que a esta reina de los ríos la mosca le ha entrado por los ojos y ha subido a por ella.
Sin duda, la observación hace al maestro.